Cuando nace el bebé, se corta el cordón umbilical que le une a la placenta y se coloca una pinza para evitar que pueda sangrar.

Normalmente, en el momento del alta hospitalaria, la parte más alejada de su barriguita ya está seca, pero eso no significa que el resto del cordón lo esté. Este cordón tarda entre 5 y 20 días en secarse y caerse, por lo que es importante conocer cómo cuidarlo para evitar infecciones indeseadas.

En primer lugar: hay que dejar que se seque solo y se caiga solo. No hemos de estirarlo para sacarlo ni siquiera si pende de un solo hilito. No debemos preocuparnos por el bebé: a él este proceso no le duele. Pero hemos de minimizar el riesgo de estirar de este sin querer, ya que podría abrir una ligera herida y provocar infección. Para ello, podemos tapar el cordón y la pinza con el propio pañal para evitar que al cogerlo o quitarle la ropita, podamos estirar de él sin querer.

Mientras se seca, debemos evitar remojarlo, por eso se desaconseja sumergir al bebé en baños completos, a no ser que posteriormente seamos muy meticulosos en secar muy bien este cordón. Pero aún y así, podemos seguir bañando al bebé con una esponja, alrededor de la barriguita y todo su cuerpecito sin llegar a sumergirlo.

Para mantener el cordón alejado de infecciones y ayudar a su secado de manera eficaz y más rápida, podemos cubrirlo con gasas empapadas de alcohol de 70º o clorhexidina. Ambos productos son desinfectantes y son recomendados por la Asociación Española de Pediatría para las curas del cordón del bebé. Por el contrario, se desaconsejan totalmente el uso de soluciones yodadas, principalmente por su alto contenido en yodo que se absorbe a través de la piel y puede alterar el sistema tiroideo del pequeño.

Como con todo, el bebé no nos habla, por eso hay que prestar especial atención durante las curas del cordón: en el caso de un sangrado excesivo que empape las gasas, hinchazón de la zona, enrojecimiento o supuración, consulta lo más rápido posible con el pediatra.